
Cuando pensaba que todo iba bien, descubrí que no.
Ya sabes, practicaba a diario zazen, salía en mi bicicleta, estaba trabajando en mi proyecto de titulación. Pero había algunas cosas que no estaban funcionando en realidad.
Mi proyecto de maestría era algo que me daba dolor de cabeza. Estaba atorado con mi trabajo artístico. Ya no estaba dando clases. Y, por qué no, un terrible dolor apareció: ciática – dijo el médico.
No lo estaba pasando bien. Pero estaba en un proceso de crecimiento espiritual y salud mental. Se suponía que yo bebía hacerme cargo de otros y guiarlos a una mejor manera de vivir. Tenía que estar bien.
Tuve que dejar de pedalear. No estaba en realidad trabajando. Me estaba volviendo loco con el proyecto de titulación. No podía despertarme a tiempo. No me sentía bien.
Una noche, sintiéndome fatal, pero ya sin dolor, me senté en mi banco de meditación, cerré mis ojos, y comencé a respirar conscientemente. Después de un rato, como una luz tenue, llegó un pensamiento: duerme bien, y cuando despiertes, haz zazen, ve por un paseo en bici, y comienza de nuevo.
A la mañana siguiente, al sonido del despertador, no quería levantarme, pero lo hice. Me levanté, hice zazen, y tomé mi bicicleta para un paseo. ¡Es increíble como una pedaleada corta me puede hacer sentir! Estaba feliz, estaba de vuelta.
Cada uno debería explorar dentro de sí, y encontrar qué es aquello que hace brillar su vida. Algunos tienen sus rituales para enriquecer su vida, otros van a un lugar especial, otros dan un paseo en la naturaleza. Yo tengo el zazen y mi bicicleta.

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