Ya que practico zazen cada mañana, y una meditación corta por la noche, la mayoría de las veces lo hago solo.
En pocas ocasiones, ahora menos frecuentes por el confinamiento, lo hago en compañía. El grupo de Zen al que pertenezco se reunía una vez por semana. Y tengo un grupo de amigas, mujeres interesantes, que me invitan una vez al mes a una breve lectura y meditación, que disfruto enormemente.
Así que la meditación es un asunto solitario. Es una práctica personal. Yo me disciplino, soy constante, yo veo cómo voy en la propia práctica. Pero también medito con alguien que supervisa mi práctica, o práctico con gozo con amigos o compañeros del sendero. El sentimiento es diferente.
Y hay también esas mañanas en las que tengo una compañía diferente, tranquila, que se me une en la práctica.
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